[ My life, my mind... ]


miércoles, 2 de julio de 2008

Que hable la música...

El señor Antonio Sánchez, uno de mis grandes idolos, casi el que más actualmente, debido a demasiados factores, ese sonido tan suyo que tiene, ese estilo propio, esa visión que tiene del jazz y del latin, e incluso esa mentalidad que demuestra, son las cosas que más me han convencido para colocarlo en el nivel de como diría mi gran Tamayo: un semidios.

Antonio toca actualmente con Pat Metheny, en verios proyectos suyos, y destaca por la cantidad de colaboraciones que lleva a sus espaldas, ya que ha colaborado con otros dioses como Chick Korea, Danilo Pérez, Michael Brecker, Paquito D'Rivera, o Avishai Cohen, por no seguir, aquí podéis visitar su web.

Y bueno, decir que encontré esta entrevista en una web, la leía y me interesó muchisimo, muy curiosa, también dejo un par de videos pa que veáis al crá!

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Antonio Sánchez luce cansado en el hall del hotel en el que se hospeda en Santiago. Viene recién llegando de participar en el Mendoza International Drum Fest., y su primer día acá ha sido una agotadora jornada de visitas a radios, entrevistas, e incluso un inesperado encuentro con la Presidenta Michelle Bachelet, a quien conoció acompañando a su amiga Claudia Acuña, con la que se reunió por coincidir ambos en Chile esta semana. Luego de un rápido “almuerzo” a las seis de la tarde, nos recibe afable y ameno, para contarnos un poco de su vida, su aprendizaje, sus maestros, y su visión de la música. De niño rockero, a maestro del jazz internacional.

Lo primero es lo primero.

Al consultarle por los los temas que tratará en el evento que lo trajo a Chile, el Zildjian Day Clinic Tour 2006 (este jueves 3 de agosto en el Teatro Municipal de Ñuñoa, junto al chileno Manuel Páez y el argentino Marcelo Páez), Antonio señala desde un principio que será una clínica distinta, y que servirá mucho a los jóvenes que asistan, debido a la apasionada visión musical que mueve su forma de tocar.

- A mí no me gusta ahondar demasiado en la cuestión técnica. Creo que en lo que se refiere a clínicas de batería se le da demasiada importancia a eso. Muchos de los asistentes a una clínica de batería son principiantes, o de nivel medio, y si les empiezas a dar mucha técnica, o muchos conceptos muy avanzados, creo que los puedes confundir un poco, y les estás dando prioridades que tal vez no son las adecuadas en cierto momento. Porque una de las cosas negativas que pueden llegar a tener las clínicas de batería es que pueden llegar casi a ser como un evento deportivo, a ver quién puede llegar a tocar más rápido más alto y más fuerte, como los olímpicos. Entonces yo trato de hacer mucho hincapié en que está muy bien poder tocar así, pero que eso a la hora de tocar música no importa. Hay gente que no tiene mucha técnica, o no tocan muy rápido, que no tiene gran facilidad, digamos, pero que tiene mucha musicalidad y mucho oído. Y esas son las gentes que están trabajando constantemente. Ahora, si un baterista joven se pone a practicar exclusivamente para poder tocar rápido y cosas que impresionen a otros bateristas, es muy probable que nadie lo llame para trabajar, porque la parte del instinto musical no la ha desarrollado.

En las clínicas yo toco cosas muy técnicas para acaparar su atención, y después de eso les digo ‘ok, esto está muy bien porque es una clínica, pero yo cuando toco con gente nunca toco así’. Y les trato de dar ejemplos de cómo tocaría en una situación real con músicos. Porque siempre trato de hacer mucho hincapié también en que a los músicos con los que tocas no les importa si tocas con uno o diez pedales, o con dos o diez toms, o con cinco o diez platillos. A ellos lo que les importa es que suene bien. Y que suene en el estilo en el que está tocando, que tengas buen sonido, que sepas leer, que seas súper musical, que tengas muy buen oído para envolver todo el grupo, y llevarlo, proponer cosas, pero no atascar demasiado. Que son muchas cualidades que tiene que tener un músico y en una clínica de batería generalmente no se mencionan ese tipo de cosas, sino es que ‘lo de lo de los pies lo hago así y lo de las manos lo hago así’, y a los alumnos los ves que están apuntando como si estuvieran descubriendo el hilo negro. Y llegan a la casa, se ponen a practicar eso, y la música la olvidan por completo.

Y yo digo también ‘bueno, si te gusta tanto la batería me imagino que te gustaría ganarte la vida tocando la batería’. Y una de las formas de hacerlo es todo esto que estoy tratando de decir de la música, de darle prioridad. Yo siempre digo que soy tercero. Primero es la música, después son los demás músicos y después soy yo. Así que primero tengo que servir a la música, después hacer a los demás sentirse bien tocando conmigo, y después yo me tengo que sentir bien con lo que estoy tocando. Pero no importa si toco mil o dos notas, si se requieren dos notas para lo que se está haciendo, entonces debes estar feliz de poder tocar esas dos notas, y de la mejor manera que se pueda.

Primer amor a los cinco años

Antonio nació en Ciudad de México en 1971. Por ahí por el ’76 se encontró de sorpresa con el instrumento que sería su vida. “Cuando tenía cinco años, el cuñado de mi tío tenía una batería. Y un día mi tío me estaba cuidando y quería ver a su novia, y entonces me llevó con él. Y cuando llegamos a casa de esta chica abrieron la puerta y lo primero que vi fue una batería Ludwig transparente, como la que tenía John Bonham, y me quedé impactado completamente. Y el hermano, al oír que alguien la estaba tocando, bajó a ver qué pasaba y me empezó a enseñar a tocar. Empecé a ir los sábados con él, y llevaba discos de los Beatles, de los Rolling Stones, The Who, Led Zeppelin, y cosas así, pues me fascinaba todo eso.

- ¿Y fue muy difícil decidirte a dedicarte a la música profesionalmente?

- No, nunca hubo duda de eso, si iba a hacer música u otra cosa. Y creo que para un músico profesional generalmente es muy blanco o negro, y creo que si quieres dedicarte de lleno a la música no debe haber otra duda. Para mí fue siempre claro que sería la música y que sería la batería.

De las baquetas a las teclas

Luego de este precoz comienzo estudiando con Alfonso, el cuñado de su tío, siguió por su cuenta con libros y videos, para continuar luego con el connotado baterista mexicano Tino Contreras. Sin embargo, a los 17 años, su horizonte giró e ingresó a la Escuela Superior de Música del Instituto Nacional de Bellas Artes... a estudiar piano clásico.

“Nunca fue cuestión de que ‘bueno voy a dejar la batería y dedicarme al piano’-aclara Antonio-. La cuestión es que yo estaba tan inmerso en el rock en ese momento que básicamente para mí el rock era Led Zeppelín, Rush, The Police, The Who, y eso era todo lo que me interesaba. Y como yo tocaba muy bien con los discos de estos grupos y no escuchaba nada más, decía, ‘bueno, si ya estoy bien con los discos, entonces ya no hay realmente nada más para mí por aprender, ya lo sé todo’. Entonces me puse a estudiar otro instrumento, y en el conservatorio donde estaba había un taller de jazz, y de repente oí a la big band que estaba ensayando y me empezó a llamar la atención, y empecé a conocer gente que me recomendaba cosas como de Chick Corea o Pat Matheny. Sobretodo gente que estaba más metida en la fusión, más que el jazz clásico, que no me interesaba porque era demasiado contrario al rock. Pero la fusión me atraía porque tenía un poco de sonido del rock, con la batería grande, guitarra eléctrica, y esas cosas. Y eso me dio una bofetada de que había mucho que aprender todavía. Y decidí volverme a meter en lo que es el estudio del instrumento.


‘Acá somos todos iguales’

Al pasar los años, y tras demostrar sus notables cualidades musicales, Antonio Sánchez recibió una beca para estudiar una licenciatura en ‘Ejecucion de Jazz’ en el "Berklee College of Music" de Boston. Entre sus maestros figuraron nombres como Kenwood Dennard, Casey Scheurell, Victor Mendoza, John Ramsay, Ed Uribe, Hal Crook y Jamey Haddad, aunque Antonio prefiere no decir quién influyó más en su manera de tocar. “Todos me marcaron a su manera”, confiesa. “Pero lo que más me sirvió fue estar metido en un ambiente en el que estaba comiendo y respirando música las 24 horas. Porque todo el mundo que va allá va a eso, exclusivamente, y gran parte del cuerpo estudiantil de Berklee son extranjeros, o gente que viene de otros lados de EEUU, entonces no tienes nada más que hacer que tocar y estudiar, y eso fue lo que a mí más me sirvió.

-¿Hubo algún momento o proceso dentro de este aprendizaje en el que te fuiste dando cuenta de que esto iba para algo grande, para llegar a tocar en diferentes países y a tener el respeto y la admiración de grandes músicos?

-Realmente, para mí no había ninguna duda de que algo bueno iba a pasar. No sabía de qué manera exactamente pero estaba seguro de que iba a poder sobresalir de alguna manera, porque tenía muy claro que era lo único que quería hacer. Tocar y compartir con los mejores músicos que pudiera. No sabía si iba a ser siendo un músico de estudio, o qué, pero en Berklee ya empezó a ser más claro el estilo de música que quería tocar, que era música un poquito más abierta a la improvisación y experimentación. Y me acuerdo perfectamente que el primer o segundo día de estar en la escuela que le dije a un amigo mexicano, que era bajista, que lo que me gustaba de esa situación era que todo el mundo era igual en ese momento, y tu futuro dependía de cómo te ibas a ir desarrollando a lo largo del semestre, del año y de los cuatro años. Y eso me daba muchos ánimos, porque nadie me conocía, y por lo tanto nadie tenía expectativas y era más fácil sorprender, porque decían ‘¡Wow, un mexicano, ¿cómo es que puede tocar jazz?! Y eso me gustaba. Y por supuesto, yo no decía nada, no me hacía publicidad, pues dejaba que la música hablara por sí sola.

Pasos de gigante

Estando radicado en Boston, Antonio comenzó a frecuentarse con el notable pianista panameño Danilo Pérez, quien lo aconsejó sobre cosas a mejorar. Las conversaciones le interesaron tanto que Sánchez luego se metería a estudiar con Pérez al conservatorio de Nueva Inglaterra, según explica, porque ahí podía tener clases privadas con el maestro que quisiera, aunque no fuera de batería. “Y mi clase consistía en que yo llegaba y le decía ‘oye Danilo, ¿cómo va esta canción tuya que va así?’, y la empezábamos a tocar”, recuerda. “Yo me la sabía de memoria, pero entonces él me iba moldeando en las clases a lo que él le gustaría que un baterista tocara con él. Él tenía su trío en ese momento, pero cuando su baterista no pudo asistir, me usó un par de veces, porque me sabía toda su música. Y de ahí me recomendó con Paquito (D’Rivera), y después de que estuve con Paquito un rato fue él que me llamó para su trío, y estuve con él como dos años y medio.

‘¡Hola, Pat!, me llamo Antonio’

Durante ese período, Sánchez tocó mucho con el trío de Danilo Pérez, Paquito D’Rivera y el saxofonista portoriqueño David Sánchez, para luego mudarse de Boston a Nueva York. ¿Cómo llegó lo de Pat Metheny? Dejemos que él nos los cuente…

-Yo estaba tocando con Danilo en Italia, en un concierto doble (1999). En el primero tocaba el trío de Pat y luego el de Danilo. Yo estaba haciendo la prueba de sonido y sentí una presencia atrás de mí. Volteé y era Pat, que estaba viendo lo que estaba haciendo. Y claro, me puse nervioso, me paré y fui con él y le dije ‘hola, me llamo Antonio’, y empezamos a platicar un rato. Me dijo que le parecía interesante lo que estaba haciendo, porque en ese entonces yo tocaba con varias campanas y cencerros, un set de bongós, una conga y un timbal, además del set de la batería. Luego el promotor del concierto me contó una historia curiosa, de que Pat no estaba seguro de que si tocábamos en trío o en cuarteto, porque no nos vio ensayar a todos. Entonces, después de que tocaron ellos, estaba comiendo en el backstage mientras nosotros empezábamos a tocar. Y el promotor le preguntó a Pat si le gustaba el grupo. Y él dijo ‘sí, me gusta sobretodo cómo tocan el percusionista y el baterista juntos’. Y el promotor le dijo ‘no, no, si es uno sólo nomás’, y él dejó de comer y se paró a ver cómo es que estaba haciendo todas esas partes al mismo tiempo. Y de ahí me le quedé en la cabeza. Como dos semanas después coincidimos de nuevo en Londres, platicamos un buen rato e intercambiamos e-mails. Y le escribí diciéndole que había sido un honor compartir ese concierto y que viniera a vernos tocar en otro. Y él me respondió un e-mail largísimo, diciendo que le había gustado por esto y por esto y por esto, y que si yo me consideraba un baterista de jazz o uno versátil, y si me gustaba tocar otro tipo de cosas, en fin, como un cuestionario. Entonces a mí me sorprendió mucho y contesté lo más específico que podía, y al final del e-mail él me decía ‘¿qué haces el jueves?’, ‘¿quieres tocar?’. Y yo ‘pues… ¡Sí!’

Entonces nos juntamos y estuvimos tocando como cuatro horas y media él y yo solos. Y seguimos haciendo eso, de repente llamábamos a un bajista para que tocara con nosotros, y fue un proceso largo, pero cada vez yo sentía más que había algo detrás de esta simple satisfacción de tocar.

-¿Y tienes la oportunidad de aportar con cosas tuyas a la música de Pat Matheny?

-Sí. En el sentido de que el último disco lo hicimos un poco al revés. Me metí yo al estudio y grabé un montón de partes de batería, como yo las oía, sin nada de música sobre la cual yo iba a tocar. Nada. Sino simplemente me decían ‘a ver, toca algo en seis por ocho’, me daban un metrónomo y yo tocaba media hora encima, y luego me decían ‘ahora toca algo así sobre esto’.Entonces yo armé las partes de la batería antes de que el disco surgiera. Y lo que hicieron ellos fue tomar las partes de la batería que yo grabé y componer encima de las partes. Ellos escribían cosas con un remate que hacía, o un feel que hacía. Entonces les ayudé indirectamente, digamos, a componer, porque yo no sabía qué es lo que iba a pasar, pero ellos utilizaron eso para componer la pieza.

-¿Y qué pasó cuando viste el producto final?

-Bueno, fue increíble. Porque, bueno, obviamente no escribieron exactamente a lo que yo había tocado. A muchas cosas sí, pero a otras no, entonces tuve que reaprender todo lo que había tocado, porque había estado improvisando. Fue impactante lo que hicieron con eso.

Pasos propios

Por estos días, Antonio Sánchez aprovecha su soltería dedicándose a incontables proyectos en el jazz internacional. Según nos cuenta, está haciendo grabaciones de estudio en Nueva York, no como músico de sesión, sino en proyectos de músicos de jazz que lo invitan a tocar. Más clínicas en diferentes países, y algunas cosas con agrupaciones bajo su nombre, con una de las cuales (un trío) irá próximamente a Perú. Pero el proyecto más importante que tiene en carpeta, aunque aún no tienen nombre, es su ansiado disco propio, podría salir el próximo año. Y tendrá invitados de lujo.

- En enero voy a grabar mi primer disco solista. Espero, ya que todo parece andar sobre ruedas. Le pedí a Chick Corea que tocara y que escribiera dos temas. Le pedí a Pat (Matheny) lo mismo, pienso tocar un standard y por lo menos quiero tener cuatro temas propios. Uno ya está terminado y los otros los tengo más en la cabeza que en el papel. Pero seguro que los termino antes de este año. No estoy seguro de cuándo lo voy a sacar, pero de que va a aparecer en enero parece inminente.

-¿Y cuál es tu relación con Chick Corea?

-Nos vimos bastantes veces en festivales y cosas así, y tuvimos varios conciertos dobles con Pat y Chick. Y bueno, yo le dije a Chick que era uno de mis grandes ídolos de toda la vida y que no quería morir antes de tocar con él. Y súper buena onda, él me escribió y me dijo ‘no, seguro de que vamos a tocar, no sé cuándo…’. Lo bueno es que ya ubicaba mi nombre y mi cara, y a principios de este año me llamó su manager para tocar una cosa en Miami, y me llamaron otra vez para tocar en Tailandia en Diciembre, pero desgraciadamente creo que se canceló. Pero estoy seguro de que van a haber muchas oportunidades más.

- ¿Y Claudia Acuña?

- A Claudia la conocí en Nueva York, a través de Danilo Pérez. Una vez ella cantó una pieza con nosotros, y desde ese día me quedé impresionado del vozarrón que tiene. Tiene un instrumento increíble. Y después toqué varias veces con ella en Nueva York y en Europa. De hecho ella me preguntó si podía tocar con ella ahora, aquí y en Nueva York. Lo que pasa es que yo no podía hacer la fecha de allá, y ella no podía ensayar dos veces con dos gentes diferentes, entonces quien iba a hacer la fecha de Nueva York iba a hacer esta también.

- ¿Y el niño que tocaba rock?

- Todavía está ahí. Lo que pasa es que lo he adaptado a lo que hago. Y definitivamente sale el niño rockero, de alguna forma, aunque un poquito más refinado.

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Aquí tenéis uno de los videos que me enamoró de él! que los disfrutéis!

Antonio Sanchez at Modern Drummer Festival 2003




Pues nada, antoñete ahora seguirá su rumbo hacia más clínics, tours, colaboraciones, composiciones, discos, grammys, en fin... A todo lo que una vida de trabajo apasionado y dedicadísimo le ha dado todo el derecho. Yo solo deseo conocerlo algun día, aunque sea compartir 2 palabras, y que me de alguna clase, pago lo que sea!

Un abrazo a todos! ml

P.D: 2 days & im back! llea